Las chanclas son para el verano… pero con moderación

En el año 77, el dramaturgo español Fernando Fernán Gómez escribió la obra “Las bicicletas son para el verano”, con la que llevó a escena los cambios que introducimos en nuestro día a día al llegar la época estival. Y es que con la llegada del buen tiempo cambiamos nuestros hábitos y desempolvamos nuestro armario para rescatar algunas prendas y algunos complementos que el invierno nos obligó a guardar. Desde los bañadores o los bikinis hasta las gafas de sol pasando por las chanclas, un calzado que triunfa en el verano pero que en García e Lestón te queremos explicar hoy que debes usar con moderación.

De hecho, nuestra recomendación es que recurras a ellas para el uso original para el que fueron planteadas: la playa, tu casa o entornos como piscinas, vestuarios o duchas comunes donde se convierten en un elemento de protección. Sin embargo, hay cuatro razones por las que no deberías abusar de este calzado.

En primer lugar, las escasas dimensiones de la suela nos pueden provocar quemaduras en la planta del pie, ya que el material del que están hechas las chanclas no siempre nos aíslan de las altas temperaturas del suelo que ha estado expuesto al sol durante mucho tiempo.

Por otra parte, esta suela tan plana no garantiza una buena amortiguación, lo que conduce en ocasiones a una tensión excesiva de los músculos del pie y a la inestabilidad de los tobillos. En algún caso puede generarte incluso algún esguince o dolor en las articulaciones, especialmente si usas este calzado en superficies duras y urbanas.

En tercer lugar, el hecho de que la mayoría de chanclas no cuentan con soporte en el arco del pie ni tampoco con correas o velcros que nos permitan mantener esta extremidad correctamente sujeto. Seguro que en más de una ocasión has percibido cómo la clásica tira de separación entre el primer y el segundo dedo te ha provocado molestias.

Por último, si tienes alguna herida ten en cuenta que al tratarse de un zapato descubierto esta puede infectarse, por lo que nuestro consejo es que uses este tipo de calzado siempre teniendo en cuenta dos factores: la superficie sobre la que vas a caminar y el estado en el que se encuentran tus propios pies.

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